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Étienne-Louis Boullée, El
Cenotafio de Newton, 1780-93
Éste es el alzado del cenotafio de Newton, posiblemente
el proyecto más emblemático de Boullée. Éste
es un proyecto que permite entender a qué se refería
cuando decía que el arquitecto debe tender a lo sublime.
Un concepto que no hay que relacionar exclusivamente con lo grande.
Étienne-Louis Boullée (1728-1799), quiso ser pintor
y acabó estudiando arquitectura en la escuela de Jacques-François
Blondel, por presión paterna. A los 19 años ya era
profesor de la École des Ponts
et Chausées, a los 34 fue admitió como miembro
de segunda clase en la Académie
d'Architecture y a los 52 lo fue como miembro de primera,
hasta que la Convención Nacional suprimió la Academia
en 1793. En 1795 fue uno de los fundadores del Institut
National des Sciences et des Arts. A los 52 años
empezó a escribir Architecture,
Essai sur l'art, que acabó entre 1790 y 1793, pero
que no se publicó hasta 1953. Ilustró su obra con
dibujos de proyectos para edificios públicos, proyectados
por él entre 1778 y 1788: iglesias, palacios, juzgados,
asambleas, teatros, bibliotecas, museos, puertas de la ciudad,
arcos conmemorativos, puentes, faros, cementerios, cenotafios,...
Después de su muerte su figura pasó al olvido, oculta
tras la obra de Ledoux y Durand, que sí publicaron; despreciado
por los clásicos, que lo veían como un extravagante
que pretendía derribar las tradiciones, y por los modernos
que lo hacían responsable de las desviaciones neoclásicas
hacia el historicismo y el plagio. Su libro contiene las claves
para entender la arquitectura que dibuja, concretamente el cenotafio
de Newton.
Decía Blondel que el edificio ha de buscar lo grandioso.
De éste concretamente decía: he
intentado aplicar todos los modelos que me ofrecía la naturaleza
y el arte para presentar la imagen de lo grande (Arquitectura.
Ensayo sobre el arte, GG, p. 70).
Y sigue: La imagen de lo grande tiene
un tal imperio sobre nuestros sentidos que aun suponiéndola
horrible excita siempre en nosotros un sentimiento de admiración.
¡Un volcán vomitando lava y muerte es una imagen
horriblemente bella!... Lo grande es necesariamente afín
a lo bello y, bajo diferentes acepciones, tanto da que los objetos
nos sean agradables o incluso que nos hagan horrorizar. Parecer
grande en lo que sea es anunciar cualidades superiores
(Ensayo, p. 76). Es un razonamiento
que coincide con el concepto de lo sublimo expuesto por Edmund
Burke.
Decía también: la imagen
de grandeza nos satisface bajo todos los aspectos porque nuestra
alma, ávida de extender sus alegrías, parece que
quiere abrazar el Universo (Ensayo.
p. 59).
Además de con las grandes dimensiones, lo sublime se alcanza,
además, con las formas sean simples. Decía: ¿Por
qué la figura de los cuerpos regulares destaca a primera
vista? Porque sus caras son regulares y se repiten y porque sus
formas son simples... Los distinguimos gracias a que su regularidad
y simetría son la imagen del orden... La regularidad establece
en los objetos la belleza de la forma; la simetría, su
orden y belleza de conjunto; la variedad produce distintos planos
por medio de los cuales se diversifican a nuestros ojos... La
proporción es un efecto que nace de la regularidad, la
simetría y la variedad... La armonía de los cuerpos
nace de la reunión y de la perfecta conjunción de
todas sus proporciones (Ensayo.
p. 56).
Estas valoraciones son las que justifican la forma de este edificio.
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El edificio es básicamente una gran esfera que representa
tanto a la tierra como a los descubrimientos de Newton. Se accede
por la base y, a pesar de su tamaño, sólo se puede
ocupar interiormente en un área reducida de esta base.
Su superficie se encuentra hábilmente perforada para que
durante el día los rayos de luz entren en su interior y
parezca la imagen nocturna de la bóveda celeste. De noche
un gran foco de luz artificial en su centro reproduce la imagen
diurna.
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La luz es Newton, alumbrando el conocimiento de los hombres.
Exteriormente sólo se ve la mitad de la esfera, apoyada
en dos cilindros. Alrededor de esta esfera Boullée coloca
hileras de árboles, siguiendo su perímetro. Esta
imagen recuerda la tradición romana en los grandes mausoleos
de Augusto y Adriano, aunque se trate de tipologías diferentes
de edificio, ya que, un mausoleo es una sepultura y un cenotafio
es un monumento funerario dedicado a la memoria de algún
personaje, pero en el que no se conserva su cadáver.
La idea de Boullée coincide con la del epitafio que escribió
Alexander Pope, en 1732: La naturaleza
y las leyes de la naturaleza se hallaban ocultas en la noche.
Dios dijo, ¡qué nazca Newton! y todo fue luz.
Siguiendo con el texto de su Essai
sur l'art:
Para producir imágenes tristes
y oscuras hace falta, como he intentado hacerlo en ciertos edificios
funerarios, presentar la arquitectura por medio de una muralla
absolutamente desnuda, ofrecer una imagen de arquitectura enterrada
por medio de proporciones bajas y hundidas en la tierra; conformar
en fin, por medio de materiales que absorban la luz, la imagen
oscura de una arquitectura definido por el efecto de la sombra.
Este tipo de arquitectura integrada por sombras es un descubrimiento
artístico que me pertenece... (Ensayo,
p.71)
Boullée y la arquitectura de
las sombras. En Boullée, sin embargo, es una sombra
que es inseparable de la luz. Dicho de otro modo, es una sombra
cuya finalidad es la percepción sublime de la luz. No es
para una luz que ilumine, sino para una que deslumbre, sobrecoja
y paralice. Y aplica esta concepción en lugares públicos:
museos, bibliotecas, teatros, iglesias, palacios,... Uno de estos
edificios es la basílica.
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Boullée la describe como la basílica o iglesia metropolitana
para el Día del Corpus; según dice: una
casa de santidad habitada por los ministros más dignos
de la religión. El efecto escenográfico es
evidente en las perspectivas interiores que dibuja: la luz sobre
el altar, alrededor de la cruz, el sacerdote en éxtasis,
los fíeles ascendiendo por la escalera y arrodillándose
ante la contemplación del milagro de la eucaristía.
Son dibujos que muestra una experiencia sublime. Como él
dice, el objetivo es: excitar en nosotros
una profunda veneración: he aquí la meta de las
ceremonias religiosas. Es por ello necesario utilizar todos los
medios convenientes para darles un carácter de grandeza
y de majestuosidad (Ensayo, p. 62)...
Este lugar... también haría
experimentar a nuestra alma el sentimiento de alegría y
sería para nosotros un verdadero paraíso terrenal
(Ensayo, p. 64)...
... he aquí aquello que convertiría
esta fiesta en algo no solamente augusto y emocionante, sino también
verdaderamente celeste (Ensayo, p.64)
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Boullée empieza su libro preguntándose ¿qué
es la arquitectura? y niega que, como decía Vitruvio, sea
el arte de construir: la arquitectura
es una producción de la mente, fruto de una actividad espiritual
e intelectual y previa a la construcción. Aclara que una
cosa es el arte de la arquitectura y otra es la técnica de
la construcción. El arte está generado por una inspiración
creadora, mientras que la técnica es solamente un proceso
mecánico. Se enfrenta así con ello a la idea de Vitruvio.
Pero Boullée va más allá: el primer problema
de la arquitectura no es ni técnico ni estético, sino
filosófico y ético.
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Procedencia de las imágenes:
Para todas las imágenes, Étienne-Louis Boullée, Arquitectura, ensayo sobre el arte, Barcelona, Gustavo Gili, 1985.
Bibliografía recomendada:
- Étienne-Louis Boullée, Architecture,
Essai sur l'art, 1793. Las traducciones citadas corresponden
a la edición castellana de Gustavo Gili
- Emil Kaufmann, "Étienne-Louis
Boullée", The Art Bulletin,
vol. 21, nº 3, 1939, pp. 213-227.
- Emil Kaufmann, Tres arquitectos revolucionarios:
Boullée, Ledoux y Lequeu, 1952, 1978
© de los textos Francisco Martínez Mindeguía
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