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Ésta es la tarjeta de Humphry
Repton, paisajista y jardinero, Hare Street, cerca de Romford,
Essex
Humphry Repton (1752-1818), contemporáneo de Durand y de Ledoux, es uno de los paisajistas más importantes del movimiento pintoresquista inglés.
Éste dibujo viene a ser su firma: es una etiqueta que coloca en el inicio de todos sus libros. Aparentemente es él mismo, con la herramienta de topógrafo (un nivel), dirigiendo el trabajo de los jardineros que están modificando el terreno.
Él es el técnico, suma de artista e ingeniero, que
diseña y controla los trabajos.
Repton es un personaje curioso. Hasta la edad de 36 años
no tuvo una actividad fija. En 1788 decidió dedicarse al
paisajismo, aprovechando sus contactos sociales y lo que había
aprendido hasta entonces. Hasta él el tema del paisaje
era trabajo de diletantes expertos, exceptuando el caso de William
Kent. El paisaje y la jardinería era un tema sensible en
el ambiente inglés del siglo XVIII, identificado con lo
que se conoció como la poética de lo pintoresco.
Un término que ya su propia concepción provocó
amplias discusiones. Aplicado a un texto literario designaba algo
intenso, pero aplicado a escenas naturales o a representaciones
de la naturaleza designaba algo cuyas cualidades formales lo hacían
sumamente adecuado para una representación pictórica;
algo que ofrecía una imagen bien compuesta, con formas,
colores y luces convenientemente variadas y armonizadas. De modo
general era un término que designaba una clase peculiar
de belleza que era agradable en un cuadro.
La visión pintoresca es una actitud estética, consecuencia
de la corriente empirista, que en la representación se
contrapone a la concepción clásica. Ambas comparten
que la naturaleza es el modelo a seguir, pero la concepción
clásica busca el modelo ideal hacia el que señalan
las muestras irregulares e imperfectas de la naturaleza, mientras
que la pintoresquista ve la belleza
en estas mismas irregularidades, en la vitalidad de su propia
singularidad: en la diferencia. La belleza de lo pintoresco es
la que se aprecia en la irregularidad de un paisaje o en la "imperfección"
de la arquitectura popular o de los cascos antiguos de las ciudades.
Sus valores estéticos son la irregularidad, la variedad
e, incluso, la tosquedad. Si el orden clásico se construye
a partir del conocimiento de las normas, de abstracciones y de
su articulación. Lo pintoresco se construye a partir de
la experiencia directa, mediante la suma de diferencias que se
integran en un conjunto armónico. El orden construye valores
universales y la variedad es siempre una construcción subjetiva.
Lo pintoresco permite ver a partir de imágenes y estimular
a la imaginación. Acentúa las cualidades visuales
a expensas de las racionales, por un lado, y de los significados
por otro. Por ello se ha dicho que el arte pintoresco es el primer
peldaño hacia valores estéticos abstractos. También
se ha dicho que la fase pintoresca es siempre la transición
entre el arte clásico (que se dirige a la razón)
y el romántico (que se dirige a la imaginación).
Aunque inicialmente fue una actitud estética, el pintoresquismo
se identificó también con un modo de entender la
vida, con actitudes políticas y con un determinado modelo
social. Un modelo bello, primitivo y verdadero, que estaba aprisionado
injustamente por reglas irracionales y rígidas. De este
modo, representaba valores que expresaban el espíritu del
lugar y la concepción romántica de la naturaleza
salvaje. Consecuentemente se oponía a la regularidad, a
la pompa artificial y a la monarquía absoluta. Inicialmente,
fue un grupo político conoció como el Country
Party, el que empezó a construir para si una serie
de casas de campo con amplios jardines de recreo y campos de trabajo.
Estaban relacionados con la fisiocracia y la masonería
y radicalmente enfrentados a los dirigentes conservadores, que
tenían el poder en Londres.
El sentimiento hacia el paisaje es una reacción ante la
decadencia de la ciudad y el mundo rural, que rechaza los efectos
negativos de la industrialización y prefiere lo no contaminado
a lo artificial. Evidentemente la reivindicación de lo
pintoresco no es ajena a los cambios que sobre el paisaje había
producido en Inglaterra la llamada Revolución Industrial,
a partir de 1760.
Los grandes acontecimientos que se producen a finales del XVIII
y principios del XIX, que sientan las bases del cambio social,
industrial y tecnológico de la ciudad moderna, producen
en Inglaterra una nueva clase social: la burguesía industrial.
Esta clase defiende un comercio adaptado a las coordenadas sociales
y políticas del momento y plantea una aproximación
al mundo más empírica y científica, también
un arte más sensual, que aprecia más el detalle,
los fenómenos naturales, los animales, las plantas, el
agua,... Se manifiesta con ello, una voluntad de cambio de las
estructuras del antiguo régimen, que es el germen del espíritu
romántico (v. Blake). Una idea romántica que es
una reacción contra la tiranía de la razón,
ya que ésta pide limitación y represión de
los sentidos y los sentimientos.
Hay que tener en cuenta que el poder de la monarquía en
Inglaterra no es el que tiene en Francia. En Inglaterra, la revolución
de 1640 y la que se conoce como la Gloriosa
Revolución de 1688, pusieron fin a la monarquía
absoluta de derecho divino y entregaron el control, eventualmente,
a las clases medias. Con la aprobación la Declaración
de Derechos de 1689 la soberanía parlamentaria (burguesa)
se estableció por encima de la corona. El parlamento instituyó
un rey, reguló el derecho de sucesión al trono y
asumió las decisiones de la política exterior.
La poética de lo pintoresco representa un modo de ver,
de leer, de contemplar el "paisaje", entendido en sentido
amplio como "ambiente", que afecta a todos los sentidos,
aunque el primer efecto parece ser visual. Es lo que se conoce
como el "ojo pictórico" que, de hecho, puede
relacionarse con la idea de Miguel Ángel de que la
regla está en el ojo o con la de Vasari de que el
artista debe conocer las normas pero que la perfección
se alcanza al transgredirlas. Bernini hablaba también de
la importancia de tener un buen ojo para valorar los contrastes,
ya que la belleza de las cosas depende no sólo de las cosas
en sí sino de lo que hay alrededor de ellas, del ambiente
en el que se encuentran. Todo ello señala la importancia
de la percepción y la lectura personal e individual de
la obra de arte. Reconoce la importancia de la subjetividad, del
individuo, y a él atribuye la responsabilidad de valorar
lo que está bien o no, en detrimento de las normas universales.
Evidentemente, como modo de pensamiento, esto entra en conflicto
con los poderes absolutos, ya sea de la monarquía como
de la iglesia.
Humphry Repton (1752-1818), fue uno de los más importantes
diseñadores de jardines de Inglaterra, seguidor de Capability
Brown. Para convencer a sus clientes, de sus propuestas, Repton
hacía una serie de dibujos y textos justificativos que
encuadernaba, en la mayoría de los casos, con piel roja.
Por esta razón, estos libros son conocidos como los Red
Books.
En estos dibujos, aprovechando sus dotes de acuarelista, construía
vistas compuestas con partes superpuestas móviles que mostraban
los ambientes antes y después de la transformación.
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Otros ejemplos: un cottage en Blaize
Castle
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El acceso a una casa de campo
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La arquitectura no tiene por que ser siempre rústica. Dependía
de la imagen que se quería conseguir. En el Pintoresquismo
el interés no se centra en el edificio sino en su relación
con el entorno. El carácter de la arquitectura debe adaptarse
al carácter del lugar. Éste carácter del
lugar podría condicionar que la edificación fuera
de estilo gótico o clásico. En esta época
se recupera el concepto romano del genius
locci o espíritu del lugar (J. Addison, The
Spectator, 1712).
La situación del edificio se decide en función
de su integración en el paisaje. Pero la naturaleza y la
arquitectura deben subordinarse a una concepción esencialmente
pictórica.
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Son imágenes que recuerdan las de algunas pinturas, como
las del pintor Claude Lorraine,
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Claude Lorrain (1600-1682) es reconocido a menudo como una fuente
de referencia importante de este estilo. Sus paisajes están
cargados de sentimiento: una luz dorada del atardecer, unas vistas
enmarcadas por las sombras oscuras de grandes árboles o rocas,
figuras humanas pequeñas a un lado, imágenes tranquilas,
horizontes lejanos,... Lorrain tuvo mucho éxito en Inglaterra,
especialmente tras la publicación de Liber
Veritatis (Libro de la verdad),
en 1777, que contenía 195 grabados de obras de Lorrain. Se
trata de un cuaderno de dibujos que Lorrain empezó en 1634,
donde dejaba constancia de todas sus composiciones, para evitar
las falsificaciones.
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El libro consta de 195 (191+4) dibujos, en los que copiaba la
composición de sus obras, describiendo con toque magistral
las menudencias del cuadro, para quién se había
pintado y sus honorarios. La publicación estaba relacionada
con la exposición de estos dibujos en el British Museum,
que los había obtenido dos años antes, a cambio
de un impuesto de sucesión, procedente de la colección
del noveno duque de Devonshire.
La importancia que tiene la vista en el proyecto, hace que la
perspectiva sea más importante que la planta: que reproduce
la imagen que se pretende obtener. Pero eso ocurría ya
en la representación de los jardines del Renacimiento,
el Barroco e incluso en el jardín francés. Pero
así como en estos últimos casos las perspectivas
se construyen con un punto de vista alto, son vista de pájaro,
para poder ver la geometría de la ordenación, en
éstas La imagen de este paisaje es una perspectiva desde
un lugar real, como mucho desde la montaña de enfrente.
La mayoría de las veces son acuarelas y alguna vez óleos.
Repton evitaba la perfección del dibujo de las academias.
Hacía generalmente dibujos sencillos, imperfectos y con
aspecto inacabado: aparentemente rápidos, como si transparentaran
la mano del artista, el rasgo "humano" que había
perdido con la revolución industrial. Éste es un
dibujo de Humphry Repton, una acuarela.
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Otra composición de hojas superpuestas para representar el
antes y el después,
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El pintoresquismo rechaza la idea de perfección (como aquello
que no se puede mejorar), pero es una tosquedad que no hay que confundir
con impericia o desinterés ya que esconde siempre un profundo
estudio del terreno y el entorno. Un ejemplo claro es el de Humphry
Repton. Sus libros rojos tienen el carácter de obras de artista,
que él daba a los clientes, con sus dibujos de acuarela y
los textos escritos a mano. Esta es una hoja de justificación
del proyecto,
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Pero en sus libros teóricos contiene dibujos como éstos,
en los que analiza los campos de visión,
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Los cambios de percepción del paisaje según el lugar
de observación.
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El paisaje era un material de construcción que había
que conocer.
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En otros dibujos valora cómo cambia la visión del
paisaje desde dentro del edificio.
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Bibliografía recomendada:
- Humphry Repton, Observations on the theory
and practice of Landscape Gardening, 1803 (facsímil, Oxford,
Phaidon, 1980)
- Humphry Repton, The Red books, 1812,
1792, 1798 (facsímil, Londres, Basilisk Press, 1976, 4 vols)
- Christopher Hussey, The Picturesque: Studies
in a Point of View, Londres, Putnam, 1927
- Walter John Hipple, Jr., "The beautiful, The Sublime & The
Picturesque in Eighteenth-Century British Aesthetic Theory", Carbondale,
The Southern Illinois University Press, 1957 (1987)
- Raffaele Milani, Il Pittoresco. L'evoluzione
del Gusto tra classico e romanico, Roma, Editori Laterza, 1997
- Raffaele Milani, L'arte del paesaggio,
Bologna, Il Mulino, 2001
- Número monográfico de la revista Parametro,
nº 264-265, año XXXVI, julio-octubre 2006
© de los textos Francisco Martínez Mindeguía
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