HUMPHRY REPTON, Paisajista-jardinero
Francisco Martínez Mindeguía

 
Ésta es la tarjeta de Humphry Repton, paisajista y jardinero, Hare Street, cerca de Romford, Essex

Humphry Repton (1752-1818), contemporáneo de Durand y de Ledoux, es uno de los paisajistas más importantes del movimiento pintoresquista inglés. Éste dibujo viene a ser su firma: es una etiqueta que coloca en el inicio de todos sus libros. Aparentemente es él mismo, con la herramienta de topógrafo (un nivel), dirigiendo el trabajo de los jardineros que están modificando el terreno. Él es el técnico, suma de artista e ingeniero, que diseña y controla los trabajos.

Repton es un personaje curioso. Hasta la edad de 36 años no tuvo una actividad fija. En 1788 decidió dedicarse al paisajismo, aprovechando sus contactos sociales y lo que había aprendido hasta entonces. Hasta él el tema del paisaje era trabajo de diletantes expertos, exceptuando el caso de William Kent. El paisaje y la jardinería era un tema sensible en el ambiente inglés del siglo XVIII, identificado con lo que se conoció como la poética de lo pintoresco. Un término que ya su propia concepción provocó amplias discusiones. Aplicado a un texto literario designaba algo intenso, pero aplicado a escenas naturales o a representaciones de la naturaleza designaba algo cuyas cualidades formales lo hacían sumamente adecuado para una representación pictórica; algo que ofrecía una imagen bien compuesta, con formas, colores y luces convenientemente variadas y armonizadas. De modo general era un término que designaba una clase peculiar de belleza que era agradable en un cuadro.

La visión pintoresca es una actitud estética, consecuencia de la corriente empirista, que en la representación se contrapone a la concepción clásica. Ambas comparten que la naturaleza es el modelo a seguir, pero la concepción clásica busca el modelo ideal hacia el que señalan las muestras irregulares e imperfectas de la naturaleza, mientras que la pintoresquista ve la belleza en estas mismas irregularidades, en la vitalidad de su propia singularidad: en la diferencia. La belleza de lo pintoresco es la que se aprecia en la irregularidad de un paisaje o en la "imperfección" de la arquitectura popular o de los cascos antiguos de las ciudades. Sus valores estéticos son la irregularidad, la variedad e, incluso, la tosquedad. Si el orden clásico se construye a partir del conocimiento de las normas, de abstracciones y de su articulación. Lo pintoresco se construye a partir de la experiencia directa, mediante la suma de diferencias que se integran en un conjunto armónico. El orden construye valores universales y la variedad es siempre una construcción subjetiva.

Lo pintoresco permite ver a partir de imágenes y estimular a la imaginación. Acentúa las cualidades visuales a expensas de las racionales, por un lado, y de los significados por otro. Por ello se ha dicho que el arte pintoresco es el primer peldaño hacia valores estéticos abstractos. También se ha dicho que la fase pintoresca es siempre la transición entre el arte clásico (que se dirige a la razón) y el romántico (que se dirige a la imaginación).

Aunque inicialmente fue una actitud estética, el pintoresquismo se identificó también con un modo de entender la vida, con actitudes políticas y con un determinado modelo social. Un modelo bello, primitivo y verdadero, que estaba aprisionado injustamente por reglas irracionales y rígidas. De este modo, representaba valores que expresaban el espíritu del lugar y la concepción romántica de la naturaleza salvaje. Consecuentemente se oponía a la regularidad, a la pompa artificial y a la monarquía absoluta. Inicialmente, fue un grupo político conoció como el Country Party, el que empezó a construir para si una serie de casas de campo con amplios jardines de recreo y campos de trabajo. Estaban relacionados con la fisiocracia y la masonería y radicalmente enfrentados a los dirigentes conservadores, que tenían el poder en Londres.

El sentimiento hacia el paisaje es una reacción ante la decadencia de la ciudad y el mundo rural, que rechaza los efectos negativos de la industrialización y prefiere lo no contaminado a lo artificial. Evidentemente la reivindicación de lo pintoresco no es ajena a los cambios que sobre el paisaje había producido en Inglaterra la llamada Revolución Industrial, a partir de 1760.

Los grandes acontecimientos que se producen a finales del XVIII y principios del XIX, que sientan las bases del cambio social, industrial y tecnológico de la ciudad moderna, producen en Inglaterra una nueva clase social: la burguesía industrial. Esta clase defiende un comercio adaptado a las coordenadas sociales y políticas del momento y plantea una aproximación al mundo más empírica y científica, también un arte más sensual, que aprecia más el detalle, los fenómenos naturales, los animales, las plantas, el agua,... Se manifiesta con ello, una voluntad de cambio de las estructuras del antiguo régimen, que es el germen del espíritu romántico (v. Blake). Una idea romántica que es una reacción contra la tiranía de la razón, ya que ésta pide limitación y represión de los sentidos y los sentimientos.

Hay que tener en cuenta que el poder de la monarquía en Inglaterra no es el que tiene en Francia. En Inglaterra, la revolución de 1640 y la que se conoce como la Gloriosa Revolución de 1688, pusieron fin a la monarquía absoluta de derecho divino y entregaron el control, eventualmente, a las clases medias. Con la aprobación la Declaración de Derechos de 1689 la soberanía parlamentaria (burguesa) se estableció por encima de la corona. El parlamento instituyó un rey, reguló el derecho de sucesión al trono y asumió las decisiones de la política exterior.

La poética de lo pintoresco representa un modo de ver, de leer, de contemplar el "paisaje", entendido en sentido amplio como "ambiente", que afecta a todos los sentidos, aunque el primer efecto parece ser visual. Es lo que se conoce como el "ojo pictórico" que, de hecho, puede relacionarse con la idea de Miguel Ángel de que la regla está en el ojo o con la de Vasari de que el artista debe conocer las normas pero que la perfección se alcanza al transgredirlas. Bernini hablaba también de la importancia de tener un buen ojo para valorar los contrastes, ya que la belleza de las cosas depende no sólo de las cosas en sí sino de lo que hay alrededor de ellas, del ambiente en el que se encuentran. Todo ello señala la importancia de la percepción y la lectura personal e individual de la obra de arte. Reconoce la importancia de la subjetividad, del individuo, y a él atribuye la responsabilidad de valorar lo que está bien o no, en detrimento de las normas universales. Evidentemente, como modo de pensamiento, esto entra en conflicto con los poderes absolutos, ya sea de la monarquía como de la iglesia.

Humphry Repton (1752-1818), fue uno de los más importantes diseñadores de jardines de Inglaterra, seguidor de Capability Brown. Para convencer a sus clientes, de sus propuestas, Repton hacía una serie de dibujos y textos justificativos que encuadernaba, en la mayoría de los casos, con piel roja. Por esta razón, estos libros son conocidos como los Red Books.

En estos dibujos, aprovechando sus dotes de acuarelista, construía vistas compuestas con partes superpuestas móviles que mostraban los ambientes antes y después de la transformación.
 

 
 
Otros ejemplos: un cottage en Blaize Castle
 
 
 
El acceso a una casa de campo
 
 

 
La arquitectura no tiene por que ser siempre rústica. Dependía de la imagen que se quería conseguir. En el Pintoresquismo el interés no se centra en el edificio sino en su relación con el entorno. El carácter de la arquitectura debe adaptarse al carácter del lugar. Éste carácter del lugar podría condicionar que la edificación fuera de estilo gótico o clásico. En esta época se recupera el concepto romano del genius locci o espíritu del lugar (J. Addison, The Spectator, 1712).

La situación del edificio se decide en función de su integración en el paisaje. Pero la naturaleza y la arquitectura deben subordinarse a una concepción esencialmente pictórica.
 

 
 
Son imágenes que recuerdan las de algunas pinturas, como las del pintor Claude Lorraine,
 
 
Claude Lorrain (1600-1682) es reconocido a menudo como una fuente de referencia importante de este estilo. Sus paisajes están cargados de sentimiento: una luz dorada del atardecer, unas vistas enmarcadas por las sombras oscuras de grandes árboles o rocas, figuras humanas pequeñas a un lado, imágenes tranquilas, horizontes lejanos,... Lorrain tuvo mucho éxito en Inglaterra, especialmente tras la publicación de Liber Veritatis (Libro de la verdad), en 1777, que contenía 195 grabados de obras de Lorrain. Se trata de un cuaderno de dibujos que Lorrain empezó en 1634, donde dejaba constancia de todas sus composiciones, para evitar las falsificaciones.
 

 
El libro consta de 195 (191+4) dibujos, en los que copiaba la composición de sus obras, describiendo con toque magistral las menudencias del cuadro, para quién se había pintado y sus honorarios. La publicación estaba relacionada con la exposición de estos dibujos en el British Museum, que los había obtenido dos años antes, a cambio de un impuesto de sucesión, procedente de la colección del noveno duque de Devonshire.

La importancia que tiene la vista en el proyecto, hace que la perspectiva sea más importante que la planta: que reproduce la imagen que se pretende obtener. Pero eso ocurría ya en la representación de los jardines del Renacimiento, el Barroco e incluso en el jardín francés. Pero así como en estos últimos casos las perspectivas se construyen con un punto de vista alto, son vista de pájaro, para poder ver la geometría de la ordenación, en éstas La imagen de este paisaje es una perspectiva desde un lugar real, como mucho desde la montaña de enfrente. La mayoría de las veces son acuarelas y alguna vez óleos.

Repton evitaba la perfección del dibujo de las academias. Hacía generalmente dibujos sencillos, imperfectos y con aspecto inacabado: aparentemente rápidos, como si transparentaran la mano del artista, el rasgo "humano" que había perdido con la revolución industrial. Éste es un dibujo de Humphry Repton, una acuarela.
 

 
 
Otra composición de hojas superpuestas para representar el antes y el después,
 
 
 
El pintoresquismo rechaza la idea de perfección (como aquello que no se puede mejorar), pero es una tosquedad que no hay que confundir con impericia o desinterés ya que esconde siempre un profundo estudio del terreno y el entorno. Un ejemplo claro es el de Humphry Repton. Sus libros rojos tienen el carácter de obras de artista, que él daba a los clientes, con sus dibujos de acuarela y los textos escritos a mano. Esta es una hoja de justificación del proyecto,
 
 
Pero en sus libros teóricos contiene dibujos como éstos, en los que analiza los campos de visión,
 
 
Los cambios de percepción del paisaje según el lugar de observación.
 
 
El paisaje era un material de construcción que había que conocer.
 
 
En otros dibujos valora cómo cambia la visión del paisaje desde dentro del edificio.
 


 

Bibliografía recomendada:
- Humphry Repton, Observations on the theory and practice of Landscape Gardening, 1803 (facsímil, Oxford, Phaidon, 1980)
- Humphry Repton, The Red books, 1812, 1792, 1798 (facsímil, Londres, Basilisk Press, 1976, 4 vols)
- Christopher Hussey, The Picturesque: Studies in a Point of View, Londres, Putnam, 1927
- Walter John Hipple, Jr., "The beautiful, The Sublime & The Picturesque in Eighteenth-Century British Aesthetic Theory", Carbondale, The Southern Illinois University Press, 1957 (1987)
- Raffaele Milani, Il Pittoresco. L'evoluzione del Gusto tra classico e romanico, Roma, Editori Laterza, 1997
- Raffaele Milani, L'arte del paesaggio, Bologna, Il Mulino, 2001
- Número monográfico de la revista Parametro, nº 264-265, año XXXVI, julio-octubre 2006
 

© de los textos Francisco Martínez Mindeguía
 

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