"Coup-d'oeil du Théatre de Besançon",
del libro de Claude-Nicolas Ledoux, L'architecture
considerée sous le rapport de l'art des moeurs et de la
législation, de 1804.
En 1804, Claude-Nicolas Ledoux publicó L'architecture considerée
sous le rapport de l'art des moeurs et de la législation. En
el texto, Ledoux dice: Para ser un buen
Arquitecto... hay que saber leer en el inmenso círculo
de las afecciones humanas... Para constatar los efectos de manera
que la posteridad no pueda reprobarlos, la mirada del Arquitecto
es más importante de lo que uno se imagina... ¿De
qué sirven los conocimientos si no hacen mejores a los
hombres? Normalmente generan escépticos que siembran la
duda y la incertidumbre... ¿por qué nos empeñamos
en aprender aquello que poco importa saber, aquello que a menudo
se ve uno en la obligación de olvidar?... !Oh, Dios del
buen gusto¡, así permites que se profane tu santuario... (Akal, 1994, p. 218)
Después de hacer un análisis de los defectos habituales de los teatros, habla de cómo se hacen los espectáculos de la calle: todo el mundo alrededor de los actores, en círculo. Habla de la importancia de los círculos en la Naturaleza: En la naturaleza
todo es círculo: la piedra que cae en el agua propaga círculos
indefinidos; la fuerza centrípeta es combatida constantemente
por un movimiento de rotación; el aire y el mar se mueven
en círculos permanentes... En este vasto teatro... de círculos
en círculos, es donde se une al secreto de los dioses...
es el triunfo de las sensaciones, el lugar de cita de los sexos
y de las edades, un pueblo formado por cien pueblos diversos,
el punto de reunión de los respectivos derechos humanos. Por ello diseña la platea en forma de círculo alrededor de los actores.
En el libro Ledoux muestra el dibujo de las plantas, una perspectiva de la fachada y un "alzado", que es éste. Para entenderlo, quizá deberíamos remontarnos a los orígenes.
En griego, la palabra teatro significa observar y drama significa acción. A partir de aquí, el teatro es el lugar donde pasa la acción y donde esta acción se puede ver. A pesar del origen griego de los términos, en la historia y la teoría del teatro francés, el drama aparece en la segunda mitad del siglo XVIII, en tiempos de Ledoux. Aparece como una reacción a la oposición entre tragedia y comedia, para unir los opuestos, en nombre de la verdad y la vida. A la estética de la pureza el drama opone la intensidad; a la armonía de la unidad opone la agudeza de la variedad; a la sobriedad de líneas, el vigor de los tonos; a la perfección del arte, la complejidad de la vida (París, Armand Colin, 1973, pp. 8-9).
El drama es un producto burgués, un producto hecho para un público que no es el de la aristocracia de Versalles. El cambio de público y de gusto condicionó la renovación del teatro. Inicialmente el drama ocupó los escenarios de los bulevares y de provincias, con un público poco sensible a los aspectos literarios. El primer objetivo del drama fue llevar la verdad a la escena. No una verdad abstracta sino la verdad concreta, particular, cotidiana, banal y imperfecta de la existencia. Denis
Diderot, en su Enciclopedie Francaise,
decía que la perfección de un espectáculo
consiste en la imitación tan exacta de una acción
que el espectador, engañado, sin interrupción, se imagine
asistir a la acción misma (p. 25). El teatro debe ir hacia la transparencia y la perfección es su desaparición. Según esto, la escena es una prolongación de la sala, un lugar donde se desarrolla un episodio de la vida cotidiana.
Si volvemos al dibujo, el teatro (ver observar) es un ojo en el que se ve el público. Se ve la propia sala (que es exactamente la del proyecto). Del ojo sale una luz que ilumina lo que hay delante, que es el público ... la luz del público ilumina al propio público ... El público va al teatro a verse a sí mismo.
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